miércoles, 2 de diciembre de 2009

Exposición MoretArt Coruña






“Nunca perseguí la gloria”

Mentira; siempre la he perseguido, pero nunca la he alcanzado. Es posible que el problema radique en mi lentitud de paso pero, haciendo de las palabras de Saramago mi Biblia, os diré que el trabajo hay que hacerlo despacio, pero sin perder el tiempo.

Con gloria o sin ella, todos los días me encuentro en ese lugar: un lugar frío e inacabado, acompañado por un cigarro y un cazo sin mango, herencia de mi abuela, con -seguro- partículas de caldos, sopas y pucheros y que ahora me sirve de cenicero pendular.

Es en ese lugar donde trato diariamente de ordenar mi vida y en donde sueño con alcanzar la técnica de los antiguos, generalmente solo, o acompañado por algún modelo intimidado y sorprendido por mi transformación emocional al comienzo de una jornada más.

Hoy no acudí a ese lugar; hoy estoy sentado en mi cocina escribiendo este obligado texto, todavía con las tazas del desayuno en el fregadero y una botella en la mesa con dos dedos de vino, conscientemente abandonados en mi íntima cena del sábado.

En el ambiente, un sonido que taladra mi cabeza, procedente de un estúpido reloj y que, a menudo, me siento tentado a accidentar para silenciar un tiempo que cada vez me pone más nervioso y que me trae a la memoria los antiguos artículos de prensa donde me presentaban constantemente como una joven promesa.

El reloj me recuerda que empiezo a no ser joven y que es posible que la promesa nunca se convierta en juramento, pero también me recuerda que es él, el tiempo, el único que puede darme los conocimientos para ordenar mi vida y que quizá sea esa la gloria con la que sueño.

Jano Muñoz

domingo, 4 de octubre de 2009

Cuadro


Martín Muñoz. (Óleo).

jueves, 10 de septiembre de 2009

Más cuadros


Señor serio con punteiros y maceta. (Óleo)


Barco (lápiz sobre tela).


Niño impresionado en el museo de arte antiguo. (Óleo)


Entrada a puerto. (Óleo)

domingo, 6 de septiembre de 2009

Animales


Morena. (Óleo)


Ovejas. (Óleo)


Mirada al mundo. (Óleo)


Lupita. (Óleo)


Bodegones


Plátano. (Óleo)

Paisaje


Coruña, mar, el cielo, viento, y unos montes en el fondo que viene a ser la zona de Ferrol. (Óleo)


La torre de la carraca. (Óleo)

Retrato y figura


María. (Óleo)


Niño entrando en el agua. (Óleo)


Mujer oculta. (Óleo)


Francisco Muñoz Carrasco, marino mercante. Mi padre. (Óleo)


Hermanos. (Óleo)


¡Qué! (Óleo)


Un pasado, el presente y un futuro.(Óleo)

Jano Muñoz



Me preguntan a menudo por qué soy pintor y contesto que es casual, circunstancial; que podía haber sido músico, actor, escritor… Pero si me preguntan por qué soy artista respondo que es un jarabe, un jarabe para mantenerme cuerdo porque, al contrario de lo que mucha gente piensa, el arte para el artista no es un placer sino una necesidad: la necesidad de expulsar una acumulación desmesurada de datos, positivos o negativos, producidos por un exceso de sensibilidad. Si esta acción no se lleva a cabo, el artista pierde la cordura.

Este acontecimiento, de forma más moderada está en la vida de cualquier ser humano: ¿quién no recurre a un amigo cuándo tiene un problema aún sabiendo que éste no se lo va a solucionar? Pero el hecho de expresarlo, de sacarlo al exterior, te produce un bienestar, un sosiego, una cierta paz.

Pues imagínense una persona en un constante conflicto interno de tal complejidad que es imposible expresárselo a un amigo.
Pocas son las opciones, pero el ser humano ha desarrollado una fórmula, una medicina a la que le hemos llamado Arte.

No quiero terminar sin hacer alusión a un cúmulo de personas que, debido a la facilidad que hoy en día supone técnicamente ser artista, se han subido a un jugoso carro capaz de satisfacer el ego de cualquiera; pero bien es cierto que para librar batallas necesitas armas, y aún más importante, saber usarlas, y cuanto más diestro seas mayores serán las victorias.